El grupo logístico gestionó el traslado de 30 toneladas de papas que fueron donadas por la empresa Mc Cain y se embolsaron en el Complejo Penitenciario de San Martín.
El coronavirus trajo aparejado trastornos en la economía y la salud, pero también presentó una buena ocasión para despertar la solidaridad de diferentes sectores de la sociedad.
Ignacio Rosasco se enteró de dicha donación y se lo informó a su hermana Fabiana, quien rápidamente ya tenía distribuidas las papas en varios centros comunitarios y comedores parroquiales. Pero aún faltaba ubicar la mercadería. Entonces, luego de una conversación de Ignacio con Eduardo ‘Coco’ Oderigo, creador de los Espartanos, el club de rugby de los presos, acordaron iniciar los trámites para llevar la donación al Complejo Penitenciario de San Martín y allí con la ayuda de los reclusos realizar el embolsado.
Durante ocho horas de trabajo, cada preso paleó la gran montaña de papas, ya que era la mejor manera de hacerlo para la mercadería a granel. Algunos cerraban las bolsas solo con un nudo, en vez de coserlas para hacer con más celeridad la tarea, y otros las cargaron en el transporte que iba a los distintos comedores.